Como en 2016 (inicio de la “segunda etapa” de xuntanzas liderada por Timiraos) como ya en la “primera”, promovidas por Carlos Adrán, los exseminaristas de la Mariña lucense han vuelto a Vivero, la tierra prometida. Fuimos convocados para el martes 23 de julio y allí estaban, primero en la capilla de la residencia Betania, luego en el restaurante Carlos V -espléndido mirador donde el fatigado Landro rinde viaje-, quince hombres buenos. Emilio Prado Piñón, veteranísimo capellán de la Residencia, nos habló de fraternidad y de lo sustancial que une a los exseminaristas. Don Emilio eleva su homilía más allá de los nubarrones de San Roque, tanto que a uno le entran ganas de ingresar en Miraflores. Hubo recuerdos de los compañeros vivarienses que ya no están entre nosotros; creo recordar a Suso, “El Vivariense”; a uno de los hermanos Prieto, Xuxo Pigueiras (“O Morrosco” le llamaban sus compañeros, con toda razón), los curas Llenderrozos, Fole, Adrán… Todos en el corazón y la memoria. Excusaron su ausencia Perfecto Otero Hermida y Antonio Méndez Escourido, ambos residentes en Vivero pero quebrantados de salud, y Germán Castro, ferrolano habitual de estos cónclaves que no pudo desplazarse por un compromiso familiar imprevisto.
No hubo cánticos regionales –ni gregorianos- esta vez, pese a la presencia del corista Dani Artiaga (del Coro del Real Casino de Madrid), pero sí promesa firme de renovar abrazo el año que viene. Timiraos tomó nota,. R. B.
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